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miércoles, 3 de febrero de 2010

Desconocido


En la oscuridad de mi viejo coche me enciendo un cigarrillo y le doy una larga calada. El humo pasa por mi garganta y llena mis pulmones, para luego escapar por mi nariz y elevarse hacia el techo lentamente, realizando movimientos hipnotizantes. Ahora puedo notar un poco más de calidez en mi cuerpo.

Pongo el coche y acelero. Las calles pasan a mi alrededor casi imperceptibles, tan solo son manchas de colores emborronadas. Mi mente divaga lejos de mi cuerpo. No se que es lo que busco, pero se que no está lejos. Y en efecto…

Unas calles más adelante, apoyadas sobre una vieja y sucia casa medio derruida, hay un grupo de chicas. Todas visten con escotes pronunciados y faldas muy cortas a pesar del frío hiriente que hace en la calle. Al verme allí parado en el coche todas se acercan a la vez y comienzan a hablarme.

Yo, observo a las chicas buscando entre ellas a la más joven o al menos a la que parezca tener mejor salud. Una chica llama mi atención. Ha de tener entre veinte muchos y treinta y pocos. Lleva una falda negra de cuero muy corta que apenas le tapa los muslos y un escote rojo abrochado con tiras de cuero. El pelo rubio con mechas rosas y los labio pintados de un rojo intenso.

Le hago una seña y sube al coche. Arranco y busco un callejón oscuro. Una vez que lo encuentro, me aseguro de que no halla nadie y aparco en el. La chica me aclara algo sobre unos precios para luego desabrocharme los pantalones y bajar sus labios hacia mi mimbro.

Noto su calidez fluir por mi, es una sensación que me engancha. Es como estar vivo de nuevo. Mi cuerpo comienza a arder, ella sin embargo sigue igual de fría. Tras un rato se coloca encima mía y nos unimos en un baile de caderas. Mis brazos la agarran por la cintura y la controlan. Sus brazos se entrelazan detrás de mi cuello y apoya su cabeza sobre mi hombro.

El calor de su vida lo impregna todo y me agrada, pero sin embargo el frió de su cuerpo me causa repulsión y miedo. Mi cuerpo parece ir cobrando vida tras diez minutos y justo cuando parece que voy a resucitar, que voy a volver a la vida, aunque tan solo sea un segundo,… Mi espalda nota un dolor punzante.

Es como si mi espalda se quemara y comenzara desde arriba para ir bajando poco a poco. Oigo un sollozo y entonces entiendo que es esa sensación de dolor que siento, es una lágrima, de esa chica, que recorre mi espalda.

Continuo con mi labor haciendo oídos sordos a los casi inaudibles sollozos e intentando olvidar el dolor que ahora recorre todo mi cuerpo. Tras a penas quince minutos acabo. Pago a la chica el dinero exacto que me pidió, no le doy ni un céntimo más. Y ella se marcha sin mirar atrás.

De vuelta en la carretera mi estómago comienza a rugir. Mi cabeza da vueltas y mi cuerpo se encuentra de nuevo frío e inerte. Entonces doy un volantazo, giro a un lado de la carretera y freno en seco. Y vomito en el asiento del copiloto. Echo lo poco que comí esta noche.

Es al levantarme cuando algo llama mi atención. Son unos ojos. Ojos tristes, dañados y sin esperanza. Vacíos. Soy yo, mi rostro, apenas visible, parece sacado de una pesadilla. Y es entonces en ese momento, después de tantos años cuando rompo a llorar…


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