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domingo, 20 de junio de 2010

cristales rotos



No podía evitar lo sollozos. Pensé en lo que había hecho y de donde venía y eso tan solo agravó el dolor de mi corazón.
Vi como el mundo se deterioraba poco a poco y como nada tenía sentido. Pude ver con claridad los defectos de todos los que
esa noche me habían rodeado y lo que era peor... mis propios defectos.

Levanté la cabeza y pude verme en el espejo del cuarto de baño. Lo que vi me dio asco, me repugno. Mi cara era el reflejo de
lo todo lo que yo odiaba, todo aquello que siempre odié y en lo que nunca pensé que me convertiría. Pensad. ¿Que odiáis? Ahora
pensad que os convertís en eso mismo. ¿No os pugnaríais?

Di otro trago a la botella, fue largo y doloroso, pero la botella acabó vacía. Me levanté tambaleándome y me miré en el espejo.
Me odié y odié al ser humano. Odié a la propia exsistencia y todo lo que me rodeaba. No entendía que motivaba mi vida, no
encontraba ningún estímulo para seguir adelante.

¿Que buscaba?

Aun no lo sé. De nuevo me asomé al espejo, miré mis ojos, apagados y sin vida, mis labios, desgarrados y secos. Vi mi cuerpo,
deforme y pesado. Vi mi alma, ennegrecida, pesada y destrozada. Y lo único que sentí fue asco y odio.

Así que con fuerza rompí la botella que tenía sobre la mano. Los pedazos de cristal calleron hacia el suelo. Miré lo que quedaba de
botella y tras unos segundos me la llevé al cuello.

Al principio me la pasé varias veces haciendo una linea recta, pero no me atrevía a apretar. Pasados unos minutos perdí el miedo y
el asco de mi alma creció. Apreté fuerte la botella y me rajé la garganta. No llegué a ver el corte en el espejo.

Noté un calor que cubrió mi cuerpo para poco después enfriarlo de pronto. Todo se volvió borroso y caí al suelo. Me golpeé la cabeza,
pero apenas lo noté. Estaba en el suelo.

Y así sigo. Y la verdad, no es tan bello como en las películas. No veo ninguna luz, no pasa mi vida por delante de mis ojos y nadie
viene a buscarme. Solo siento dolor y frío.

El dolor es intenso y me hace encogerme sobre mi. No puedo soportarlo. Pero lo peor es el frío. Engarrota mis músculos y apenas
me deja respirar. Poco a poco me cuesta más coger aire. La luz se va apagando alrededor. Lo último que veo no es la imagen de
un familiar o un amor, no veo ninguna escena feliz de mi vida.

Solo veo mi mano cubierta de sangre y junto a ella una botella rota. Poco a poco muero.

Y sonrío.

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